Miré hacia el ventanal, un rayo del sol a punto de morir salió diparado hacia mi rostro, en un intento de salvarse de su muerte, el último descendiente de un cuerpo de guerra que ese mismo día había nacido, se había fortalecido y luchado, y en la que ahora su contrincante la noche les ganaba a pasos agigantados la batalla, él quizo huir, se interno en mi ojo y se cobijó en mi memoria, quedando a salvo de la nada.
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