lunes, 31 de marzo de 2003

Aguacero
Hoy el día cambió de repente.
Un cúmulo de nubes se formó de manera espontánea,
(nubes sigilosas, nubes furtivas, nubes clandestinas, nubes farsantes).
Y consigo trajeron la lluvia.
Y consigo trajeron el frío.
Y yo no estaba preparada.
Y mis manos se helaron (tengo ese defecto, junto con otros ante los que ahora finjo amnesia).
Creo que mis dedos no conocen la autocalefacción.
Y ahora que la sensación se extiende me doy cuenta que mis orejas tampoco mantienen una lucha para evitar congelarse.
Así que ellas, orejas y manos, son las primeros caídas ante la resistencia de mis tejidos a cambiar de temperatura, prefieren ser vencidas y optar por la insensibilización (¿cobardes o inteligentes?).
¿De qué manera podré pedirles consejos a estas porciones de mí?
Quisiera pedirles asesoría para anestesiar a mi desconsuelo.
Y darle al dolor un off cuando tu crudo silencio aparece en temporal.

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