miércoles, 25 de abril de 2012

Is alive.





Mi casa del árbol, donde creo no volver jamás pero la añoranza me empuja a hacerlo de vez en cuando, una barridita acá, una sacudida de la cortina improvisada y hasta planes para volverla a sus mejores tiempos que de antemano sé no se harán realidad. Así suceden las cosas por este lado.

Las visitan son cortas, de doctor que envejece y no quiere consultar a domicilio, lo de hoy es hacerle competencia a las redes sociales/Dr. Simi, un tweet, un pin, rápidito barato, tómeselo y cúrese. No queda nada qué contar. No queda nadie a quién le importe qué queremos contar si se excede de un gif o 140 caracteres.

No hay tantas novedades, la vida no es la misma, parece pero la forma de sentir permanece igual, no sorprende, me reuniré con los nietos y pensaré qué bonito era entonces el pasado. El presente es un bien que me alegra al momento de hacerlo memoria.

Lo más relevante es que me perdí el concierto de los creadores de las canciones más representativas de mi soundtrack personal en los últimos 8 años, ay Pulp, tan cerca de los defeños tan lejos de mi norte impuesto por los caminos de la vida (esos que no son lo que pensábamos, no son lo que imaginábamos).

La buena noticia es que todo apunta que sí conoceré en forma de puntitito a través de pantallas gigantes al beatle favorito del muchacho de ojos chiquititos (ah la cursilería). Todos cantaremos, tomaremos una canción triste y como siempre trataremos de hacerla mejor.