jueves, 16 de julio de 2009

De Harry Potter y memorias.

Fotografía de: Gunnisal


A mediados del año 2001 uno de mis hermanos me comentó que había una saga de libros con mucho éxito en Inglaterra y E.U., -Se llama Harry Potter, Stephen King ha comentado sobre ellos-, dijo.

No recuerdo si la plática salió a la luz porque vimos un par de libros abandonados en el mostrador de revistas que ponen al lado de la caja registradora de un Vips o si vi el libro después y recordé lo que me contó mi hermano, el chiste es que meses después comencé a escuchar que estaba por estrenarse la primera película de la historia, titulada Harry Potter and the Sorcerer's Stone (Philosopher's Stone en la versión británica original de la publicación).

En aquellos tiempos mi vida académica no era la mejor, las calificaciones iban bien y mi récord no reprobatorio seguía intacto pero fue cuando me dí cuenta que Arquitectura no era mi vocación. Había un pequeño problema... cursaba ya 6º semestre, para el colmo me enfrentaba al primer profesor que nos declaraba abiertamente que la mayoría no serviríamos para hacer arquitectura digna de mencionarse (con los años entendí que él no era quién para decidirlo, aunque la vocación nunca terminó de cuajar pero esa es otra historia).

Así decidí comprar el libro para leerlo antes de la película y buscar una distracción a la percepción fatalista de mi futuro (¿ah verdad? no es cosa nueva). Una noche fue testigo de mi enamoramiento, el pequeño mago de la historia trágica había conseguido una nueva fan.

A mis casi 21 años me costaba aceptar que siendo una adulta me gustara tanto una historia para niños, que además era criticada ferozmente por los críticos más respetados de la literatura (como Harold Bloom) , 7 años después la vergüenza se ha disipado, pero cómo negar a la historia que me ha acompañado por tantos años, a todos lados y con relación a cualquier situación vivida.

A la primera película convencí a uno de mis mejores amigos (hola Chendo) y a un par de compañeros más a verla, aún recuerdo la burla por pronunciar (muy mal) el apellido de Harry con acento británico (que además en español se presta a una mala interpretación), la primera función estaba agotada así que tuvimos que verla después de medianoche, asunto que fue de lo mejor porque había menos niños (qué Grinch), también pensé al llegar a la plaza de Angelópolis (Puebla) que el estacionamiento se encontraba lleno por el acontecimiento, minutos después los grandes anuncios de una venta noctura de Liverpool aplacaron a la fan from hell dentro de mí.

Hoy al primer minuto después de la media noche fui a ver el estreno nacional de Harry Potter and the Half-Blood Prince, el episodio que a mi modo resulta el más dramático, cuando Harry tiene que afrontar la realidad de combatir su propio destino sin el pilar más fuerte de su vida, en donde pierde todo lo que parecía compensarle las carencias de su niñez, queda sí, con aquellos amigos que le han demostrado desde un principio quererlo por quién es y no lo que representa, son fuertes, son valientes, pero al final son 3 chicos de 17 años que tienen que crecer más rápido de lo que se esperaría.

Sin duda alguna aquellos que disfrutamos los libros siempre nos quedamos con ganas de más, echamos de menos las pequeñas historias que ayudan a sostener la trama principal, Los merodeadores, Bill y Charlie son personajes entrañables que aquellos, quienes se quedan con la historia de las pantallas nunca podrán apreciar.

De cualquier forma, la emoción de estar ahí con gente igual que uno, que decide dejar a un lado el prejuicio de la edad, a la que no le importa perder horas de sueño, a la que vibra, sufre y se ríe con la evolución de los personajes niños a los hormonalesa adolescentes, a la comunión de aquellos que dudan sobre la inocencia o la culpabilidad de un personaje con aquellos que ya la saben pero guardan el secreto; a esa emoción yo no puedo menos que acogerla aquí, a un ladito de mi corazón.

Sí, soy cursi y qué, nos quedan dos años y dos películas más. Sé con absoluta seguridad que estas también formarán parte de mi historia personal.

sábado, 11 de julio de 2009

Del triste a las trenzas.



De video en video fui a dar a éste, la verdad esa canción es la onda, por algo es de las más solicitadas en el karaoke.

El traje tipo principito y unos Angélica María y Marco Antonio Muñíz jovencísimos me recordaron que de niña no había Cartoon Network, Disney ni Jetix así que los fines de semana me tocaba ver la programación que nos ofrecía Televisa (porque ni Azteca existía), creo que era los domingos cuando nos "deleitaban" con películas de Pedro Infante (que cante, que cante), Tin tán, Cantinflas y de las más er... ¿contemporáneas? teníamos las de Enrique Guzmán, Angélica María y demás.

De todas estas recuerdo a María Isabel de Silvia Pinal, versión que después fue llevada a las telenovelas con Victoria Ruffo y Adela Noriega, pero esas no cuentan, la que yo veía era cuando la india de trenzas negras y sonrisa colgate se ve menospreciada por su familia al adoptar como suya la hija de su mejor amiga que muere dejándole el "fruto de su amor prohibido" a su cuidado, ella para poder sobrevivir con el paquetito enjaretado se va a la ciudad a trabajar de sirvienta en la casa de un hombre rico y viudo del que por supuesto se enamora.

En la segunda parte titulada El amor de María Isabel la historia prosigue cuando ella y el viudo rico son abandonados por sus hijas malagradecidas y ellos sin nada más qué hacer que enamorarse deciden casarse, ella tiene que refinarse porque aparece la tercera en discordia, una pianista súper culta, guapa y exitosa, al final la protagonista se queda con el galán que de todos modos la engañó pero regresa arrepentido.

Siempre me disgustó que se perdonara la infidelidad así como así pero lo que quería contar no era eso (entonces para qué tanto choro) si no de lo que yo a mis 8 ó 10 años creía sinónimo de elegancia, los vestidos de lentejuelas, el maquillaje sobrecargado, la pestaña postiza y la incipiente liberación femenina que en los 60's y 70's era manifestada en el hecho de que las "mujeres de mundo" tomaban coctéles y fumaban a la par, además de saber de arte y trabajar y/o estudiar pero eso sí sólo profesiones que no requierieran poder si no demostrar que eran bonitas e inteligentes pero no mandonas.

Creo que el concepto de feminismo no ha cambiado demasiado y muchas veces las mujeres tienen que adoptar un rol preestablecido, pero ese es otro tema. El punto era el look:




Para terminar proclamo el abandono a la idea de mujer ideal representada por dicha película y me quedo con la canción de El triste porque ah qué buena es.