sábado, 11 de mayo de 2013

9 meses que no se pasan volando.

Leía un blog donde alguien compartía su recuerdo de un niño inglés con papada hablando sobre un libro. Ese acto de nostalgia robada me hizo saltar a otro blog que me tenía entre sus ligas de interés (old fashioned) y  en la columna derecha un letrero pequeño con una etiqueta de 9 meses me recordaba que ingratamente he ido desintegrando lo que a mis 22 era lo mejor que me podía pasar.

En un par de semanas tendré que ir a Barcelona, y esa pequeña connotación de obligación siempre se lleva al traste toda mi personalidad. El miedo al compromiso y una posterior decepción. Debí nacer para poder hacer lo que quiera sin preocuparme, pero algo se torció en el camino y así soy ahora. Me iré con miedo y un poco de ilusión. Quizá me queden unos días para volver a París, aún no lo sé. Engaño para turistas bobos o no me da una ilusión. Un bálsamo de pequeño poder ante la obligación.

Detesto las obligaciones, debo confesar y además he olvidado cómo hacía para andar por acá dejando párrafos y párrafos de preocupaciones y simplezas, esas que muy bien se me dan.