martes, 14 de septiembre de 2010

No te metas con mi cu-cu cursi side.



Yo no soy insensible. Es que sólo acepto mis muy propias cursilerías.

En este caso el mis muy propias enfatiza que soy una dictadora, yo decido de qué cosas está bien no avergonzarse. Tengo el derecho de hacerlo conmigo misma, ¿o no?. Pero vamos, a quién engaño cuando me deshago en justificaciones.

Es que son los días con un spm intenso y prolongado que en realidad no caen en la categoría spm sino ñoñita yo soy. Por ejemplo, no puedo quitarme el nudo en la garganta que me hizo esta miniserie:



o escuchar Perfect de Depeche Mode, y I'm your man de Leonard Cohen o ver el final de 50 First Dates y parecerme el epítome del amor el que cada día el protagonista tenga que enamorar como si fuera la primera vez a la desmemoriada Drew Barrymore que ohdiosnuncaenvejeceráesamujer.

Es el ritmo de vida que llevo estos meses, quiero creer, pero sé que en el fondo la niña que era demasiado grande para llorar y enojarse porque Terry y Candy nunca están juntos sigue ahí. Aunque esa es otra historia porque todavía recuerdo mi primer acercamiento con internet: mi hermana me enseñó a buscar algo y ajá, lo primero que tecleé fue Candy, búsqueda que me llevó a encontrar desde dulcerías hasta galerías no aptas para menores, eran los tiempos antes de Google. El caso es que descubrí un foro de chicas fanáticas y entre ellas alguien escribió el fan fic que para mi hasta ahora es el único y verdadero final de esa historia de amorts.

¿Qué saben de la vida si no pueden juzgar y reírse de aquellos que nombran a su pareja con apodos empalagosos y comunes como amor y gordito mientras tararean No one's gonna love you more than I do, porque juran que así es como debe ser el amor.


No se cofundan, todos los que no son yo siguen pareciéndome ridículamente ingenuos y ash qué flojera me dan.

Just kiddin'



martes, 7 de septiembre de 2010

De trabajo y viajes en carretera.

La semana pasada fue una semana que no veía terminar, todo porque el fin de semana anterior fue suprimido, así de un tajo, con la simple orden del jefe para trabajar sábados y domingos todo cambió.

El trabajo que tengo actualmente es bastante tranquilo, a comparación del que tenía hace más de dos años, así que cuando ocurrió el cambio pensé que no lo aguantaría, pero algo el organismo debe funcionar con un tipo de memoria que se acostumbra al ritmo de trabajo requerido.

En esta ocasión el esfuerzo físico no era tanto, todo se realizaría en una oficina con aire acondicionado y la libertad de llegar un poco tarde después de un pequeño recorrido en carretera y un almuerzo calórico y azucarado (del que aún sufro las consecuencias). Llegábamos, trabajábamos, pedíamos tiempo para ir a comer y descubrí que en ese pueblo mucho más pueblo que en el que habito la única diversión consiste en tomar caguamas en las especies de miscelánea/fonda/bar que existen. A pesar de que la mayoría de las casas ostentan una antenita de Sky lo hacen para sintonizar La Rosa de Guadalupe o capítulos viejos de Mujer :Casos de la vida real, ese sin duda es otro tema.

Al final del día teníamos que regresar, iba con un compañero al que le tocaba manejar cansado y somnoliento. Hecho por el que el último día salió mi lado Hulk cuando llegaba la medianoche, comenzaba a llover y no nos íbamos por cambiar unas simples notas en unos simples planos.

En esa discusión la persona que nos revisaba dijo que si no era más importante el trabajo que dejábamos a lo que contesté que un seguro y rotundo NO. Creo que ahí las otras dos personas perdieron algo del respeto hacia mi, siempre nos comentan que debemos dar una imagen profesional y altamente responsable. Yo no puedo evitar un poco de vergüenza al admitirlo, pero hace ya un tiempo creo que hay cosas mucho más importantes que un trabajo y que me disculpen pero mi seguridad es una de ellas.

En el camino de regreso yo no tenía ni humor para tratar de mantener despierto con mi plática al que iba en el volante. Cinco minutos después de salir del pueblo los hechos me dieron la razón de una forma que no podría alegrarme para nada, pasamos al lado de un auto bastante dañado por un choque, no alcancé a ver detalles ni lo busqué, ya había gente que ayudaba alrededor y parece que no pasó de un susto, pero, ¿qué pasaría si por acabar algo que podría haberse mandado por correo electrónico unas cuántas horas después el accidente estuviera de nuestro lado?

Tengo un gran conflicto con los automovilistas y su excesiva confianza en que nada les pasará aún cuando manejen alcoholizados o cansados al extremo. Las estadísticas demuestran lo contrario. "Nunca me ha pasado nada"... hasta ahora, la excusa más simplona que me pueden dar. Llámenme exagerada. En eso, sí, vaya que sí acepto mi exceso de precaución.

El chiste es que pasaron nueve días de esos donde se trabaja más de 12 horas. ¡Ah!. ¡Qué recuerdos!, ¡Qué tiempos!. Esos que no extrañaré.

¿Y mi cerveza 'apá?