lunes, 7 de abril de 2008

En estos días que el trabajo lo es todo qué se puede contar.

Aparte de que ya tengo internet gracias a una bam que no sé si podré o querré pagar terminando el mes "gratis",

o de que ya compré el boleto de avión para ir a la boda de mi último hermano soltero,

o que fui del sur al norte y de regreso al sureste para ver a quienes quiero en menos de 10 días,

¿qué más puedo decir?.

Ah sí,

mi jefe a veces es la onda y a pesar de ser injusto (poquito y a veces nada más) lo compensó comprendiendo mi respuesta a esa actitud a través de dejar el trabajo 3 horas antes de la salida y un día después platicar conmigo para arreglar las cosas y nenitainmaduralloronademí soltando lágrimas debajo de un caso que trataba de ocultar todo lo que se podía (excepto los mocos, porque oh sí, cómo lloré qué pena y qué mocosa me volví... ew) .

Qué vergüenza,

en mi obra habemos muchas mujeres, más de lo normal, y no, no todas somos así, creo que sólo yo soy parte de la estadística. Qué triste.


Demasiado cansancio para revisar lo que escribí, al menos lo intenté.

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