Leía un blog donde alguien compartía su recuerdo de un niño inglés con papada hablando sobre un libro. Ese acto de nostalgia robada me hizo saltar a otro blog que me tenía entre sus ligas de interés (old fashioned) y en la columna derecha un letrero pequeño con una etiqueta de 9 meses me recordaba que ingratamente he ido desintegrando lo que a mis 22 era lo mejor que me podía pasar.
En un par de semanas tendré que ir a Barcelona, y esa pequeña connotación de obligación siempre se lleva al traste toda mi personalidad. El miedo al compromiso y una posterior decepción. Debí nacer para poder hacer lo que quiera sin preocuparme, pero algo se torció en el camino y así soy ahora. Me iré con miedo y un poco de ilusión. Quizá me queden unos días para volver a París, aún no lo sé. Engaño para turistas bobos o no me da una ilusión. Un bálsamo de pequeño poder ante la obligación.
Detesto las obligaciones, debo confesar y además he olvidado cómo hacía para andar por acá dejando párrafos y párrafos de preocupaciones y simplezas, esas que muy bien se me dan.
Yo creo que es importante nunca olvidar los lugares que permiten expresar esencialmente lo que sea. Como cultivar un jardín zen en una selva loca que, tampoco hay que ser ciegos, nos da de comer. Bon voyage adelantado porque al regreso verás que las cosas serán mucho mejores porque tus ojos se llenarán de mundo y tendrás un sitio en el que unos brazos van a esperar abiertos.
ResponderEliminarComment cursi con actitud "¿y qué chingados tienes?"
Todo irá bien, ¡es Barcelona!
ResponderEliminarGracias Armando y Ale : )
ResponderEliminarBarcelona !!! Tienes que ir, se te olvidarán tus miedos cuando disfrutes los lugares.
ResponderEliminarDe regreso tres meses más tarde, creo que todo fue bien, ¿no?
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