jueves, 6 de marzo de 2003

Ayer que caminaba rumbo a mi casa era de noche, acababa de leer cosas grandiosas, al menos esa forma de jugar con las palabras que me hace sentir envidia. Uno de mis sueños imposibles desde que era más joven consiste en ser mangaka, tocar el piano o escribir cosas que valgan la pena, pero a ninguna de las tres opciones le dediqué el tiempo necesario, a una de ellas ni una sola hora, siempre pensé que para ello se necesita nacer con cierto don, aunque entiendo que tras de eso vienen horas de trabajo arduo al tratar de lograr cierto grado de perfección. Quizá mi deseo no era demasiado fuerte, al primer intento y error lo deseché.

Bien, retomando a mi caminata nocturna y sus pensamientos, me cuestionaba qué se necesitaba para escribir, no sé, nunca se me ha dado lo de saber muchas teorías y una capacidad de análisis excepcional, mi grado serías más bien kindergarden 1er. grado, por compararlo con el ciclo estudiantil común, pero desde mi humilde y certeramente errónea opinión, creo que el anhelante a escribir necesita del constante análisis en el quehacer diario, desde los detalles mínimos y rayando en lo intrascendentes y hasta en aquellas preguntas que siempre han torturando la mente del hombre, pero ese análisis gustoso que se vuelve casi tan espontáneo como el respirar o el vivir; necesita también alimentarse de ideas, de lugares, de imágenes, de olores y sabores para llenar su paleta de descripciones, además del constante bombardeo de ideas que esto provocaría , pero sobre todo creo que se necesita vivir, si no se experimenta lo que se desea contar, cómo opinar de ello, al menos para mi mente no es posible, tal vez por eso es que no puedo escribir como yo quisiera...quizá esa es la razón.

Gracias a Dios, hay gente que sí lo sabe hacer, que tiene la respuesta, los ingredientes para la receta, gracias a ellos puedo disfrutar al interpretar estos raros trazos, estos signos que hemos llamado letras, que al juntarse en una combinación certera me hacen tener un poco de felicidad, esa extraña felicidad que me da un pasatiempo, aquél donde me convierto en un ente pasivo que observa historias en que no soy el protagonista, pero de cierta manera sí el cómplice...no sé tampoco si sea un fin válido de pasar la vida...pero lo disfruto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario