miércoles, 16 de abril de 2003

Son 14 líneas, las acabo de contar, alternan dos tonos de rosa, uno pálido, el otro contrastantemente oscuro, impregnados con un aceite desconocido, sin aroma, rodean mi muñeca y no cumplen su destino, la ternura, sólamente vista en la niña que me vendió la pulsera, en nada ni en nadie más, no más credibilidad, no más dar, ya no.

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