miércoles, 9 de abril de 2003

Necesito inflar mi ego, pero los pulmones destinados a esa tarea están cansados.
Compro el periódico, ese pésimo que sólo vale la pena por dedicar varias páginas a anuncios clasificados, busco un Vendo elogios. Precio a tratar, no lo encuentro.
Llamada a casa, quizá la madre sea la proveedora de las carencias, demasiado ocupada, no tiene tiempo para superficialidades y niñerías, se expresa un ponte a trabajar y cuídate.
Pregunto en la farmacia, dependiente con mirada mezcla de risa y enojo, creo que tenía hambre y espera con ansia su hora de salida, ofendido reclama mi locura.
Cansada de caminar por 2/8 de la ciudad decido sentarme, pienso que el parque es agradable, años viviendo aquí y sólo verlo girando la cabeza, vergüenza de ocupar una banca entera para mí sola, le quito el lugar a unos novios, hoy finjo distracción, podrían compartirla, deciden recargarse en la fuente.
El viejito que vende raspados se atraviesa en mi campo de percepción, le pido uno bisabor grosella y tamarindo. Enfrío mi boca, lengua entumecida que insólitamente afecta mi voz imaginaria, ¿Códmo indcrementad mi estidma?. Voz que decido acallar, después de todo el frío del hielo ha llegado al estómago. Se siente bien.

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