sábado, 26 de abril de 2003
Se arrastra lentamente, tiñe su camino, deja un olor ligeramente mineral, hace fruncir la frente de quien lo percibe, parece que tendrá contacto con el mármol, ella lo evita, por su ancho es tan sólo un hilo, su vista se fija en él, le da un nombre, es un hilo de sangre. Abre la mano, el origen, una mancha de color, una punzada, la mano limpia una lágrima del rostro, provoca un desorden, una mezcla de secreciones, transparente/ rojo, salado con gusto metálico, fluido/ denso, cara sucia, cara angustiada, impresas huellas con un halo de mugre, con sangre y con lágrimas. Pobre niña, se ha herido. En la mesa de al lado el culpable, fragmentos de vidrio, roto el envase, más agua esparcida, pero ésa no es salada y no provienen de ella, era el alimento de las despreciadas: rosas pálidas, con un color viejo, nublado y rancio. Sólo quiso deshacerse del recuerdo, confundiéndolas con humo les dio un manotazo, quiso esparcir las moléculas, borrarlas, sólo dio contra algo sólido que perdió el equilibrio, la jarra improvisada/ jarrón para recibirlas se estrelló, se deshizo no sin antes dejar su recuerdo de guerra, la hirió, abrió su piel, provocó el riachuelo rojo, nada grave, nada irremediable, el desequilibrio emocional del regalo falso e hipócrita también pasará, tendrá que cerrar sus ojos, arroparse entre las 7 almohadas de su cama y descansar, el sueño se llevará todo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario