jueves, 24 de abril de 2003
Estoy: cansada de esperar y de buscar, de no escuchar y de callar, de sentir y entumecerme, de morder y beber. Cansada de andar a ciegas y de deslizarme sin ritmo, de las hojas que no caen y del filo de viento entre las nubes, de los sueños extraños cuando duermo por la tarde y del color rojo que me arropa, de luchar y mirar hacia atrás, de su luz y mi obscuridad. Cansada de él, cansada de mí. Simplemente quiero caer y no levantarme, pero también estoy cansada de tropezar, de cara contra piso, de frío y marcas de baldosas en la piel, de líneas sin sentido en la mente. De lo rugoso y de lo liso, de lo dulce, de lo ácido, de mis huesos y tendones, del dolor en el cuello, de la saliva en los labios, del aliento que no recuerdo, de la lluvia congelada, y del pavimento caliente. Cansada, aburrida y sin nada que hacer.
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