Insertar un grito (quedito para no despertar la curiosidad de los vecinos), una lágrima (la última), un suspiro de despedida (pasar por alto el anti-sentimentalismo), una palmada en el hombro (gesto infalible para elevar el ánimo), y por último no olvidar sacudir el polvo de los zapatos antes de marchar, siempre ayuda ir ligero de carga en este tipo de viajes.
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