Todo comenzó el sábado pasado, cuando acudí a la plática quincenal con 2 amigas que conozco desde los 6 y 8 años, y enmedio de mi silencio al desconocer el 80% de las personas sobre las que hablaban me dí cuenta que habíamos cambiado, atrás se habían quedado nuestras preocupaciones por las tareas, el seguimiento de la serie favorita, nuestra colección de fotografías de BSB's, o de revistas Tú, para enfocarse a los nuevos matrimonios, aquellos que surgieron sin planearse, o cuyo planeador había sido tan sólo una parte, a contar cuántas amigas nos recomendaban no casarnos ni tener hijos.
Es ahí cuando entendí que mi miedo a las etapas persiste, me niego a creer que ya es tiempo para amarguras de decisiones mal tomadas, me niego a encerrarme en una burbuja tan pequeña que me impida disfrutar como se debe el hecho de tener una pareja y unos hijos por no entender que es el peor remedio al "no tengo ya más qué hacer".
Después de todo es decisión de cada quién, pero al menos a mí me ha dejado de importar que me digan que crezco más lento, sé que no soy la persona madura que debiese, pero hay ritmos para todo, y el mío es un blues
*Fin al post moralista que nunca lo quiso ser*
Y mientras el tiempo se vuelve el adecuado seguiré emocionándome con los objetos parlantes de wonderfalls y al único niño que atenderé será a mi sobrino, gracias a Dios que cuando me canse puedo dejárselo a su mamá.
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