Es un domingo en que el día de mañana no causa alergia y permite cantar en voz baja historias que se apropian, claro que yo he vivido lo mismito, que el autor debe conocerme.
Pero son los años muchos y las valentías pocas. Aún hay tiempo. Ya lo remediaré/remedio. Conjugamos y mezclamos los tiempos y cambiamos los pronombres y los nombres, así como mezclamos nuestros sabores y preparamos un elixir que cura esa alergia que tenemos hacia el mundo.
Porque somos amargos que hacemos azúcar, y cuando lo descubrimos nos reímos de complicidad e incredulidad por haber descubierto la combinación que nos muestra tal cual somos cuando estamos de frente, interiores exclusivos de los que amamos, cuando tiramos las veladuras de nuestros carnavales de funeraria que empleamos para el resto.
Regreso a mi mañana, y me doy cuenta que creo hablarle a alguien cuando no está, pero yo sé que cuando aparezca descubrirá mi remitente.
Sigamos con el día. Que aún cuando él sigue en la distancia, me siento acompañada.
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