miércoles, 28 de julio de 2004

Con mucho limón por favor.

En verano hace menos calor, en esta ciudad de los termómetros saturados. Hoy me he dado cuenta que mi pantalón favorito ya está viejo, pronto morirá, esperemos que llegue al invierno donde la mezclilla diluída se saborea con un suéter y café en la mañana. Me gusta diciembre, que ya no está tan lejos, igual mis 24 años se acercan, latiendo a cada paso, la madurez (ajá), pero aún quedan 5 meses. Me pregunto dónde andaré, me contesto que en otra ciudad, donde las estaciones sí cambian. Recemos.

Descubro en un libro que compró mi hermano que el Santo de los Arquitectos es Santo Tomás, y que los únicos ángeles nombrados en la biblia son Miguel, Rafael, Gabriel y Lucifer. Al primero una veladora de una arquitecta desempleada, aunque el santo para pedir trabajo es otro, pero no quiero terminar vendiendo papas fritas, que después de todo no es mala idea, con valentina y búfalo son muy buenas.

Es más, iré a comprar algunas, ahora que el sol ha dejado de quemar.

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