Caminábamos sobre el filo de la banqueta, mi amiga se veía casi tan alta como yo, sus pasos eran en zig zag, y arriba de zapatos con plataforma. Tiene ojos un tanto rasgados y el mismo cabello lacio que yo podía presumir a los 8. Ella es bonita, yo, tengo cara de niña buena, y después de todo lo soy, un poco aburrida si no hablo de algo que me apasione, pero sé reír mucho y de verdad. Íbamosa la casa de otra amiga, ella tiene una alberca con agua muy fría -cuando tiene agua- este año la decoración es un poco de lodo en el fondo, algo le falla a la instalación, no podemos nadar. Hace años que no nado allí. De niñas presumíamos de nuestro cabello lacio y encima de una balsa inflable jugábamos a ser Jacques Cousteau.
Esta vez jugámos a que somos grandes, nos escandalizamos con la "nueva generación". Jugamos a ser ancianas que ve con ojos asustados tal degeneración. Crecemos lento, la inocencia nos tiene atrapadas aún. Seguiremos creciendo.
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