viernes, 20 de agosto de 2004
Intento de.
Creyendo en la ineptitud que sus manos le otorgaban se prometió jamás usarlas, ni para escribir, cocinar, ni siquiera acariciar, era una estúpida pérdida de tiempo tan sólo intentarlo. Era la última vez que lo hacía, una despedida al uso de sus extremidades superiores. La elaboración de una pequeña guillotina y tragar alcohol hasta embrutecerse, no sentir cuando se tasajeara su inutilidad. Cayó sin sentir dolor. Tenía razón, sus manos jamás le sirvieron, La congestión alcohólica hizo efecto.
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