Y le pidió un consejo, no sabía qué hacer para no extrañarla más, al terminar la frase de auxilio tuvo que irse y ella no pudo responderle más que un simple promesa de verse despúes. Al siguiente día se encontraba mejor, pero le contó la causa de su desesperanza anterior, aún extrañaba a la que había amado (o aún ama). Y ella no pudo más que callar y ocultar las lágrimas a los que la veían (no así a los que ven las letras que dejó).
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