jueves, 12 de febrero de 2004

De cómo lo conocí tan sólo para decirle adiós.

Ella me ha recordado una fecha. El día en que el escritor con voz inigualable (tanto voz salida por su boca como de se mente) murió.

Yo entré al mundo de Cortázar por un enamorado de sus letras, el Arq. Juan Manuel Márquez Murad, entre pocos de mis profesores favoritos. Él es un eterno joven, igual que Julio, con cuarenta y dos encima, arrugas en los ojos y un bigote pasado de moda que tanto le favorece, camina por el campus de la universidad con un paso tan jovial como un recién egresado de 17 años, pulsera de cuero infaltable, botas para obra y pantalones de mezclilla.

Estoy segura que a sus alumnos sigue presumiéndoles con ojos brillosos el día aquel en que conoció al alto hombre con cara de niño, aquel que volteó a verlo a él y sus amigos eternos buscadores de literatura. Sí, lo conoció. Sí, tuvo el honor de una sonrisa otorgada. Sí, le lloró a los 23 años y guardó cada recorte de periódico anunciando su muerte. Pedazos de noticias que encontré entre las hojas de 1 ó 2 libros 15 años después.

Fui de los privilegiados a los que Murad le prestó un libro, comencé con una antología de cuentos, aguardaba por Rayuela, él me decía que tenía que esperar, ninguna espera me ha costado tan poco, cada vez el mundo, éste y a la vez uno nuevo era (re)descubierto. El mundo visto a través de ojos cronopio.

Gracias Arq. Murad, por quitarme un pedazo de mi amor, ése que de Julio es.

1 comentario:

  1. …hay momentos en los que los cronopios hacen de las suyas, juguetean, y de pronto se nos aparecen como destellos que buscan ser atrapados por la memoria del corazón, por la memoria del alma. Esta noche, así sin saber porque tus palabras se aparecieron con la ternura de un juguetón cronopio y tocaron mi corazón y mi recuerdo. Sin querer este contenedor de mundos posibles e imposibles que nos da el Internet, buscando algo del buen Cortazar puso ante la pantalla de mi ordenador el nombre de un hombre que como Cortazar se robo de mi corazón, el Arquitecto Juan Manuel Márquez Murad, un gran apasionado por su obra, y por la literatura en general. No sabes, el mar de sentimientos que han provocado en mi tus letras esta noche, es hermoso saber, que el hombre que yo conocí, el hombre que amé, es ese gran hombre, así tal cual como lo describes, con esa voz de ultratumba, su pulsera de cuero, pantalón de mezclilla y botas para la obra, tan jovial, con esos hermoso verdes que transmiten su vida, su ternura, su fragilidad, yo vi el mundo a través de sus ojos. Manuel, está presente cada día de mi vida, cada noche con la luz y el misterio de la luna, está en los latidos de la música de Aute, Sabina o Serrat, en las palabras de Cortazar, de Saramago, de Benedetti, de Sabines, de Villaurrutia, de Miguel Hernández, está en el olor de un café y en el humo de los tabacos; esta en mi corazón. Gracias, Frida, por sentirme nuevamente dichosa y afortunada de que un hombre como el arquitecto Márquez, un día haya posado su amor en mi corazón… y que hayamos sido algo así como el mismo Cortazar dijera “dos aventureros espirituales”. Yo no puedo estar a su lado, no se de él desde hace unos años, y no he vuelto a regresar a los lugares en los que fui feliz con el, en donde leímos a Sabines, escuchamos a Aute, mitigamos demonios en días y noches fantasmales…dejándome su Equipaje del Viajero. Quiero pensar que …donde quiera que esté le gustará saber que por flaca que fuera la vereda no malvendí su recuerdo a la orilla del camino..…que he podido olvidarlo y no he querido, donde quiera que esté si se acuerda de mi…

    Gracias Arq. Murad, por quitarme un pedazo de mi amor, y gracias a ti Frida por regalarme este reencuentro con el que jamás espere…cómo decirte lo que está dicho eres una flor de sensibilidad …. Gracias nuevamente.


    M. Arq. Aideé Tapia Chávez.
    Morelia, Michoacán, México.
    12 de Octubre del 2005
    taidee@zeus.umich.mx

    P.D. Confio y que los cronopios no hagan de las suyas y esto no llegue a ti.. FRIDA...

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