domingo, 29 de febrero de 2004
Huele a marzo, se siente a marzo, pero todavía no lo es. Unas cuántas horas más, la feria en mi ciudad se termina y el calor arremete con fuerza.
El año transcurre y como en un efecto cliché de película las estaciones pasan, aquí no se nota con la caída de hojas, la nieve y las flores, sino por el olor, marzo huele a ciruelas, a tamarindo y a mango, tan sutilmente que más bien se siente.
Los poros se dilatan y perciben hasta la más ligera, si así se le puede llamar, brisa, comienza la cuaresma y la gente se comunica por murmullos y ojos entornados, preparándose a la penumbra contrastante de un Sol que hace morena la piel.
Los pasos son deslizados, y los saltos se entrometen cuando un automóvil nos despierta de la ensoñación después de una comida de huanzontles o pescado barato.
Ahora, tan sólo en una recámara con luz amarilla se introduce el marzo silente, un gallo alocado que canta a todas horas, un camión de coca-cola descargando mercancía y un cello solitario que me dice que después de marzo sigue abril.
viernes, 27 de febrero de 2004
S/Cœlebración (semisolitariamente).
Se celebra un acontecimiento que revuela en la oreja izquierda, el plexo solar y la espina dorsal.
Pero, ¡oh decepción! a mi fiesta nadie llega, en realidad sólo había un invitado: muchacho ojos de alhelí, pero vive tan lejos. ¡Ay!
Apaguen las luces y caminemos a oscuras (hola a mi personalidad múltiple). Pero... es de día ¡Ah, plan fallido!, en tal caso vamos a estirar piernas.
Abre la puerta principal y sal muchacha. Recorre... ¿qué te parecen 1,800 km? ¿quieres más? cuidado, no te vayas a pasar. La distancia entre los-fiesteros-deberían-estar-ahoritita-mismo-jajajú-con motivo secreto podría aminorarse.
Tan sólo camina con brújula en mano. Para comenzar, enrúmbate (olé) hacia donde señale la aguja.
Camina derecho. Camina derecha. Primero, no te desvíes, tus lados se moverán en velocidad documental, docu-menta (¡ah qué fresco!) tu vida muchacha (sigue hablándo-té (¿de menta?). ¿La segunda recomendación? tan sólo orden ortopédica ¡Ay esos dolores de espalda!.
Unas 91,230 ciudades más y a festejar con compañía ¡Yujá! (infantilismos). Exagerada.
jueves, 26 de febrero de 2004
Recorremos las tiendas, chocando pasos por nuestro caminar en zigzag, padecimiento mío que te he contagiado en este tiempo nuestro.
Rápido giramos la cabeza, viendo aparadores, y entre las manos periódicos con anuncios clasificados, buscamos con esperanza ofertas.
Hasta ahora: 13 horas con 38 minutos, NADA, no se venden réplicas nuestras. Una lástima. ¿Quién hará el dinero sustentador con frente sudada mientras nosotros disfrutamos?.
Hey, gira a la izquierda, en el Palacio (herrumbroso) nos falta buscar, ¿aceptarán billetes de fantasía?... Demonios.
Tres lienzos en blanco y cinco tarjetas de anime bishonen en la mano izquierda. Y un olor. Remanente de él.
Ella. Actualiza su mirada y la respiración entrecortada. Cierta fatiga moribunda y una expresión de satisfacción absoluta, velada por una capa de sudor y cabello sobre la cara.
Ahora permanece descalza, pisa ramas de una hierba que dejaron, aroma (de nuevo). Aspira.
Y. Ve. Pulsera de oro delgadísima en hilo alrededor de la mano derecha.
Tres recuerdos tangibles de él lienzo/ tarjetas/ pulsera.
Recuerdos intangibles, imposibles de contar y poros (ahora des)erizándose.
Tiene sed de. agua y piel que no está.
La vainilla es mexicana, ¡ah qué bonito!, y el chocolate (el cacao pues). Así que hoy mi antojo es nacional. Versión helado. Olas de calor a la vista.
ººº
Extra: La primera bandera con los colores verde, blanco y rojo fue confeccionada en mi ciudad (pos cuánto me costó), al mismo tiempo que el plan de Iguala fue firmado por Iturbide en la parroquia de San Francisco, tal cosa fue un 24 de febrero de 1821.
Por eso en la ¿bella? polvosa se instala en las últimas semanas de dicho mes una feria, de ésas llenas de juegos mecánicos, puestos de chucherías y comida (chomp), además el palenque y jaripeo funcionan con fervor
Yo, aprovecho para pasear y que mi pielecilla se serene y ventile. Después de todo aun quedan restos de social en mí. Ja, ni yo me la creí. Aún así, me gusta Febrero, pero aquí entre nos extraño Diciembre. Bu.
sábado, 21 de febrero de 2004
Una dice que ha llorado poco, pero tan fuerte que se desgarra algo en su pecho, quisiera creer que es un filamento del corazón, del corpóreo, que al menos es más fácil de sanar, pero Una sabe que ese dolor no es físico. Una vuelve a llorar, sumando autocompasión.
Cuando la indiferencia se asoma
De ser una luz potentísima, ahora comienza a apagarse, y eso duele, tal vez es simple imaginación, percepción equivocada, quisiera que todas las voces gritaran que no, dejarme de clichés e ir al centro de la realidad. Pero no se puede, hay necesidad de que digan tú, muchos le llaman egocentrismo, algunos, inseguridad, el centro no sabe cómo nombrarlo, sólo lo siente, quiere estar seguro(a) alguna vez.
miércoles, 18 de febrero de 2004
Hay películas que simplemente me atraen por el cartel, ésta sin duda fue la que más, las miradas misteriosas me gritaban y la promesa de escuchar un idioma que simplemente me paraliza, me invitaba con empujones a cegarme unas horas en un cine cómodo y feliz (la sala de cine siempre es feliz, con las películas y sus sentimientos yo ya no me meto)
Desgraciadamente salió expuesta en el 2001 y la vida universitaria me impidió conocerla (tareas o quizá dinero, mala administradora que soy). Pero gracias a la magia del dvd (¿?) y al desembolso paterno de $30 pude disfrutarla en la comodidad de mi hogar.
Comentaba con el hombre elefante que las últimas películas que he visto no han sido capaces siquiera de dejarme un sabor amargo, no amo ni odio a los personajes, no me agrada un vestuario en particular, no me imagino con infinitas ansias de pisar en carne viva un escenario y mucho menos me intriga el final. Terminaba la historia, los créditos corrían y la desilusión era evidente. Punto final y a lo siguiente.
Sin embargo Pacto de Lobos rompió la mala racha (Linetime, The last samurai, Mona lisa’ smile… no me culpen, en mi ciudad no hay muchas posibilidades ni las más novedosas ok?).
Ambientada en Francia de Luis XV en la era prerrevolucionaria se basa en la leyenda de la bestia de Gévaudan, que presuntamente asoló dicha región francesa (leyenda, mito, chisme que corre por lares gálicos). Los protagonistas son un par de sujetos enviados por el rey para eliminar al presunto lobo/ monstruo. Estos valentones son encarnados por Gregoire de Fronsac (Samuel Le Bihan) como un experto en animales y taxidermología y su compañero Mani (Mark Dacascos), un indio con habilidad para descubrir el animal que hay dentro de uno (en el buen sentido de la palabra), médico brujo y como cereza en el pastel extrañas habilidades marciales (hay que aprovechar que este muchacho en realidad es un experto en tales artes, qué má
jueves, 12 de febrero de 2004
Ella me ha recordado una fecha. El día en que el escritor con voz inigualable (tanto voz salida por su boca como de se mente) murió.
Yo entré al mundo de Cortázar por un enamorado de sus letras, el Arq. Juan Manuel Márquez Murad, entre pocos de mis profesores favoritos. Él es un eterno joven, igual que Julio, con cuarenta y dos encima, arrugas en los ojos y un bigote pasado de moda que tanto le favorece, camina por el campus de la universidad con un paso tan jovial como un recién egresado de 17 años, pulsera de cuero infaltable, botas para obra y pantalones de mezclilla.
Estoy segura que a sus alumnos sigue presumiéndoles con ojos brillosos el día aquel en que conoció al alto hombre con cara de niño, aquel que volteó a verlo a él y sus amigos eternos buscadores de literatura. Sí, lo conoció. Sí, tuvo el honor de una sonrisa otorgada. Sí, le lloró a los 23 años y guardó cada recorte de periódico anunciando su muerte. Pedazos de noticias que encontré entre las hojas de 1 ó 2 libros 15 años después.
Fui de los privilegiados a los que Murad le prestó un libro, comencé con una antología de cuentos, aguardaba por Rayuela, él me decía que tenía que esperar, ninguna espera me ha costado tan poco, cada vez el mundo, éste y a la vez uno nuevo era (re)descubierto. El mundo visto a través de ojos cronopio.
Gracias Arq. Murad, por quitarme un pedazo de mi amor, ése que de Julio es.
lunes, 9 de febrero de 2004
Era un plato de avena que iniciaba mi propósito de año nuevo chino, acartonado y con ínfulas de nutrición. Miré su soberbia y recordé mi misión en el mundo: la humildad, fue así como mi vista y mi boca recordó a esa dona glaseada de rasgos pobres que proyectaba un simple anhelo de llenar un estómago. En ese tiempo sería el mío.
ºººº
¿Me viste aquella vez? Me caí en el charco sólo para llamar tu atención.
…
¿Qué sí lo hiciste? Ah bueno, quizá ibas deprisa y por eso no me ofreciste tu brazo caballeroso como marcaba mi plan, ¿verdad?
…
¡Ah! ¿Que preferiste reír a distancia y señalarme con el índice a tus amigos?
…
Bueno, esa era otra opción. Snif.
domingo, 8 de febrero de 2004
Tengo el complejo de abrazar, y ahora habla Frida, me gusta hacerlo, claro que no voy abrazando en la calle a todo aquel que se me cruza, ¡ah caray!, creo que resultaría más perjudicial que benéfico. Me refiero a los abrazos de la gente que uno necesita, cuando el contacto de la piel lleva energía, cariñito pues, aunque la cursilería destile hasta cristalizar. Definitivamente, no hay mejor forma de retroalimentación, yo te abrazo, tú me abrazas, ay pero abracémonos todos.
Pero, pero, pero, una disculpa, es domingo y no me he bañado, creo que lo primero lo primero, que la química necesita un poco de higiene también. Yiac. Después de la limpieza, que corra la electricidad.
Hay aroma a naranja y a limón en la casa, un retrato en un marco viejo y un café a punto de hervir, tuvo que hacerlo esperando la llegada de Hernán, ella prefería coca cola con hielos que atormentaba aún más su vientre inflamado, días no propicios para hacerla enojar. Trapeaba descalza, sintiendo la humedad del día lluvioso dentro de casa.
Nora sabía que las imágenes en las que quiere vivir no son realidad, aún así se pierde en tiempo indefinido entre cientos de historias falsas, libros, películas, canciones, lo que sea necesario para perderse.
De vez en cuando intentaba inventar historias por su cuenta, una en la que ella fuera la protagonista, con Hernán desaparecido de su vista, o al menos transformado en poeta, en hacendado, en trotamundos, en cualquier hombre que le provocara mayor satisfacción. Pero sabía que era inútil, se imaginaba situaciones tan cotidianas que sus cuentos terminaban por causarle desinterés.
Era necesario inventar que caminaba entre piedras de río y la espuma rozaba en sus pies cuando pisaba el agua con limpiador aroma fresco de la capa que cubría el piso de su casa después del aseo. Soñaba que le degustaba vino en cristal fino cuando se servía un refresco en una copa vulgar de supermercado.
Ahora, oye unas llaves entrar al cerrojo de su casa y se levanta a servir el café a la llegada de su poeta, de su vagabundo, de su simplemente hombre aburrido. A su verdadera historia le hace falta tinta, lista del supermercado entre el líquido limpiavidrios y filtros para el café.
El pie que se sumerge en el lodo, y Lucía cree que los visitantes se han marchado, pero al acercarse a la ventana que da a la cocina voces con los últimos chismes de los Cortés vecinos le hacen saber la verdad. Quiere hundirse más, sin el miedo de encontrar gusanos entre el suelo. Espera afuera de su casa hasta la hora de la ducha llegará en media hora, aunque hace frío y los vellos de sus brazos se han erizado.
Con la historia en principios y finales que nunca llegan, en esta ocasión la palabra fin llegará con el agua recorriendo un cuerpo vacío de correspondencia, la desesperación por las visitas que no se marchan hasta entrada la noche impidiendo liberar su sala, sitio del té y galletas, y la voz de papá acaparada, sin concentrarse en su pequeña Lucía. Mientras el agua caliente escurre en su cabello y goteando al final de las pestañas, el anhelo de una toalla caliente recompensadora aparece(¿rá?).
Pero el final no llega y Lucía espera un final alternativo. Con lodo en los pies y un menos solitario morir. Padre que vive para ella, sin testigos.
sábado, 7 de febrero de 2004
He asistido a un curso de… ni siquiera recuerdo el título de tal, creo que intentaban hacernos apreciar algo. La sesión iniciaba a las 4 pm y al final de 6:30 marcadas, mi mano sostenía mi barbilla y mis ojos entrecerrados pretendían disfrazar mi aburrimiento con una mirada entrecerrada (biaclaración) de comprensión o asombro, la verdad no creo que el profesor (le llamo al señor que hablaba enfrente de su 4 “alumnos”-yo uno de ellos-) se haya creído mi actuación, al final no creo que le importara demasiado, o quizá sí, podría ser la razón de su voz disminuída y el vislumbre de una lágrima al final de la clase.
De todos modos volveré, y no es que sea masoquista, pero se me ha olvidado la compañía de gente desconocida, no familiar, he olvidado las opiniones y los cuentos de días vividos dichos de boca a frente. Ésta es mi oportunidad de volver a caminar a un rumbo con un fin, llegar a un destino para realizar una acción, despiste al continuo deambular para aplacar el ocio de una muchacha titulada y sin empleo.
Ah sí, acaso también influye el lugar, amo los muros de concreto desnudo, y con marcas de cimbrado, aún más. Fresco.
jueves, 5 de febrero de 2004
A la ciudad donde vivo las películas llegan con un mes de retraso aproximadamente, es por eso que la sorpresa arrasadora es tardía. Es difícil no escuchar opiniones, tener reseñas, saber pedazos a medias, evitar los adelantos y aguardar pacientemente para descubrir el misterio que desenvuelve un guión.
En las salas de cine igualtecas, en la renta de videos y más aún en las películas pirata (nada recomendables, pero vamos, la duda corroe) se extrañan la calidad de imagen y el sonido: esencias, comodidad de una butaca reclinable y hasta el sabor de un refresco rebajado con agua.
Pero agradezco que después de todo, los mundos paralelos aparecen ante mis ojos, un poquito diluídos, eso sí, pero bien se sabe que una historia bien contada, siempre tiene fuerza para atravesar cualquier coraza e internarse en lo más profundo del sentir. Cubrir la necesidad de adentrarse en otras mentes.
Es hora de la dosis: Internad imágenes en mí.
P.d. Sí, sí, a veces uno se lleva chascos, pero siempre hay algo que rescatar.