El miedo se resguarda en el rincón que nadie ve, más que yo.
Ahora es tan difícil explicar, y ni siquiera tengo qué hacerlo, pocos preguntan,
Tan sólo una (contada) preocupación sincera.
El hielo entre las heridas que desinflama,
¿Y si las congela y preserva?
De repente se busca la momificación,
Guarde la melancolía en una vitrina y adórnela con rubíes,
¿No es sorprendente que ella la sienta?. Es una voz que observa, extraño ente que sólo mira y habla, ni siquiera codifica.
Bah, pero sí lo tiene todo, son rumores, son rumores. Segunda metiche que se adorna con una rimbombante mueca roja.
Mira, eso más bien parece canción, y en estos momentos resultaría humor negro, y los ja’s no van con mi semblante, buscando ojeras y palidez en aquel armario, un vestido largo y un enorme chal negro que cruce hombros y espalda dos veces, una para cobijar y otra para sanar.
Escandalosa y dramática, ni siquiera es buena actriz la pobrecita
Y su voz…! ¡Ah y sus lamentos!, tan desangelados, tan, pero tan…¿un bonito eufemismo de patéticos? ¿no? Bueno, nada más intentaba no herir, aunque pensándolo bien, al menos que sufra y berree con justificación. ¿La pateo?
No vale la pena
Quiero estrenar mis zapatos de charol, anda, dame permiso.
Mejor ve por el pan, pero a ella no le des, a ver si es pena y se acrecenta
Que se vayan todos, para que me sirven si no es para contemplarme, y belleza de museo es precisamente lo contrario que soy.
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