Entre los dedos, en las líneas de la boca, en los pliegues del oído, entiendo que no sabes, que no quieres, que no me conoces. Uno llora mientras el otro cree que con un abrazo será suficiente.
Cierro los párpados y dejo de pensar como adolescente. Unos puntos de luz y la oscuridad. La cama que describo porque no puedo ni sé conocer más. Un mal giro del cuello, la incomodidad del calor en el ambiente impiden dormir.
Afuera se oyen pasos de alguien que vuelve a casa después de un verdadero fin de semana, no son perdedores. Crece el sonido de un grillo al que quisiera asesinar y el teléfono suena a una hora que indica emergencia. Abro los ojos y entre la oscuridad busco el auricular. Llamada equivocada. Como todo en mi vida. Gracias por no existir.
Una carta tendrá que ser escrita. Explicar todo o simplemente informar. Es tiempo.
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