martes, 9 de noviembre de 2004

Entrenamiento.

Entre un sonido dulce, que eleva las manos y las mece, y entre una brizna de viento que juega a ser frío, me parece ver letras sólidas que flotan a mi alrededor, desprendidas de la pantalla incapacitada para cubrir ciertas necesidades, son las compañeras en la soledad que pierde batalla tras batalla.

Valiente soldado pretendo ser. El verde militar impregna la ropa y resalta el tinte amarillo de mi extraña palidez, andando con paso 1, 2, 3 y cantando extrañas rimas entreno cada vez más fuerte los músculos de los ventrículos y las aurículas que bombean al ritmo de tu nueva máquina de escribir antigua.

Y yo aquí sigo peleando, y tú sigues escribiendo y yo sigo tratando y tú sigues creyendo. Y así vencemos y así perdemos. Norte y sur sin guerra civil, más bien esperando a que llegue el día "D".

¿Y las letras corpóreas? no las olvido, son tu envío, convertidas en rudas entrenadoras que me harán todo una GiJane, en una de ésas, por qué no, conseguiré el cinturón negro en karate y te defenderé de todo aquello que te quiera comer, aunque en este caso los robots sean sustituídos por entes más mortíferos , tristeza o desesperanza... ¡yia!

Después de todo la espera resulta mejor con música de fondo.

P.s. cualquier parecido con una tal Yoshimi es meramente a propósito. Gracias.

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