viernes, 18 de junio de 2004

Notas para disolver

Es ahora que imagino escuchar un blues internándose a través del oído izquierdo como si fuera caracol.

Mientras, espero el fin de estas horas "laborales" cuando el reloj me marca que el día apenas comienza, intento soplarle como a cenizas indeseadas, pero el tiempo no es ligero ni proviene del fuego.

Me han dado deseos enorme de oler copal, y tener en un jarrón enorme decenas de flores anaranjadas y violetas. No tengo flores de ningún tipo ni a mi diestra ni a mi siniestra.

Se cuela por los vidrios rotos el tururururí de una melodía tristemente real que rompe con crudeza mi burbuja sonora imaginaria.

Se forman ideas psicóticas que recaen sobre un organillero y su melodía de Adelita. El complemento es un recorrido en carrusel de una banda de guerra que insiste en darle vueltas al edificio donde trabajo, cuando los ensayos de graduaciones me importan menos que encerrar humo entre mis puños.

Hoy al despertarme bajé los pies por el lado más angosto de la cama y no por el izquierdo. Así que no es un día malo el que comienza, es más bien que mi inconformidad es una bomba de chicle que me ha cubierto y no la puedo despegar.

La muchacha anciana canta que vió llover y a gente correr, el blues irreal regresa. Vaya forma de descomposición por aquella que ignora las formas originales. Se escucha un piano y la coraza pegajosa empieza a ceder. Ya era hora.

Image hosted by Photobucket.com
Konrad Krzyzanowski

No hay comentarios:

Publicar un comentario