lunes, 28 de junio de 2004

Aquella niña de ojos cafés.

Tiñe con sal y moras sus faldas blancas.
Adora tener la lengua amarga.
Clasifica pensamientos según su grado de bondad y se santigua cuando el nivel es peligrosamente pecaminoso.
Colecciona distancias.
Mastica en número primos cada bocado.
Desayuna gelatina de jerez.
Su padre dice que está tan loca como una cabra nacida en temporal.
En invierno el pecho le arde en flemas.
Imita a una bailarina de ballet con la gracias de un lobo viejo.
El cabello sobre la cara acentúa su timidez ante extraños.
Habla mucho, excepto cuando hay luna nueva.
Sabe dibujar familias felices.
Cree que su mejor amiga tiene cara de hada.
Sólo sabe dormir después de un baño con agua caliente.
Nadie sabe si podrá vivir un año más.

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