domingo, 6 de junio de 2004

Es un cuento que no tiene sentido, es un relato cuya burbuja no encierra nada extraodinario, tiene un principio tan simple como un encuentro formulado con una de esas coincidencias que brotan a millones en este mundo. Esa historia gastada por vidas adoloridas y por sonrisas sanadoras, por cursilerías que hacen voltear las hojas de un diario aburrido a aquellos ajenos.

Pero es en una mañana en que el amanecer se anuncia con lágrimas y unas nubes grises que no cobijan, cuando se aman unas palabras de consuelo a través del teléfono y la melosidad muestra su razón de ser.

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