Es un cuento que no tiene sentido, es un relato cuya burbuja no encierra nada extraodinario, tiene un principio tan simple como un encuentro formulado con una de esas coincidencias que brotan a millones en este mundo. Esa historia gastada por vidas adoloridas y por sonrisas sanadoras, por cursilerías que hacen voltear las hojas de un diario aburrido a aquellos ajenos.
Pero es en una mañana en que el amanecer se anuncia con lágrimas y unas nubes grises que no cobijan, cuando se aman unas palabras de consuelo a través del teléfono y la melosidad muestra su razón de ser.
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