martes, 8 de junio de 2004

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Tengo obsesión con lo pálido y lo frío. Y aunque me gustan las lluvias intermitentes los relámpagos no me dejan dormir, en estos mis días los diluvios son más imaginarios que reales[bienvenida a tu tierra árida].

Me gustaría poder despertar y agregarles a mis ojos un filtro de luz, donde todo se viera al estilo Lubezki y Acord, pero hasta que unos pupilentes a capricho no sean creados tendré que conformarme con mi exceso de luz. El tono rojo sangre de un abrigo no salpicará un plano para llenarlo de emoción,ni un blanco cegador brillará entre manos trazando líneas sobre un papel.

Alguien cree [lo suplico] una válvula de ahorro, que provoque sutilezas y provea de contrastes que abofeteen los tonos parcos en el justo momeno en que la piel necesite palpitar.

+ & - controlado


Mientras espero me consumo en el calor de mi atmósfera, deseando una niebla furtiva que congele pestañas, creando escarcha sobre los párpados hasta que una lágrimas caliente la libere. ¡Oh sí! hoy a la inconformidad se le une un romanticismo malogrado.

Pero sigo en pie, nada de tibiezas, que ya demasiados términos medios hay que soportar, y mi extremo es el que existe abajo del cero.

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