jueves, 11 de marzo de 2004

Se pide libertad

Son las hojas de limón en un segundo piso. El brillo lechoso de la tarde, la apatía que sudan las ventanas de su recámara y el éxtasis que no llega.

Es el miedo de retornar a la primera voz, a la acción que se descarna sin temor al personaje oculto, a la exhibición.

La mujer que ahora se esconde: Ella decía, bebía, bailaba, rompía, encajaba… Las externas que impiden herirse o acariciarse públicamente.

Pero el recuerdo fresco de las internas claman el derecho a mostrar rasguños o dientes alegres sin ocultarse en las sombras del punto óptico vacío o del disfraz, piden un adiós a las bambalinas.

Espera a que la directora/actriz/productora/diosma del cosmos propio lo decida.

Ella encerrada, prisionera. Ella centinela.

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