miércoles, 17 de marzo de 2004

Mujer caída

Las manos se sienten como nudos de madera y las rodillas raspan cuando se afilan en el asfalto caliente. Caída de lágrimas penosas, un hilo de sangre diminuto y un alarido mimetizado en ahogo, como branquias abiertas; ardor en los nervios, recuerdos de un tropiezo tonto y pintura de zapato negro raspada.

El traje sastre se levantó a niveles insospechados, gracias a la falta de miradas el pudor fue mantenido, a nadie debió interesarle el color de la ropa interior, suerte y contrafuerte, menos y más.

Miembros que se enderezan y la vida continúa a pesar del cojeo provisional. En casa espera un helado para celebrar el fin del trabajo semanal. Un taxi para llegar. ¡Pronto

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