miércoles, 24 de marzo de 2004

Del por qué deberían amarrarme las manos debido a que en este espacio (sideral) no sé de lo que hablo -en sentido figurado- , mi razón es nula, pero yo como te digo una co' te digo la o'... Oigo a Sabina llorar de una emoción -me parece que la gente suele nombrarla vergüenza.

Al salir de mi casa cerré el portón y ví mis manos un tanto verdes, girando la llave, y pensé que tenía que escribir: “Al salir de mi casa cerré el portón y bla bla bla…”

Pensé en escribir algo más, ahora lo he olvidado o lo creo inútil. Mi selección es tan risible, simplemente lo “mejor” de lo insalvable.

Me es necesario recordar a la muchacha que hoy en la mañana estuvo a punto de estamparse contra mí, a causa de sus pasos desaforados por alcanzar el microbús que la llevara a su escuela, adiviné que su esfuerzo sería inútil, estoy segura que le cerrarían las rejas en plena nariz -muchacha impuntual- . Me reí. Me dio vergüenza mi risa. Volví a reír.

No dormí en toda la noche, gracias a eso tuve ojeras todo el día, hasta mi siesta reciente, siesta de 6 horas: de 1 a 7 pm. Malditas ojeras, si antes no las conocía, repróchenme ante la actividad constructiva, no ahora.

A Nora –compañera universitaria- le disgustaba la gente inactiva. Creo hoy le disgustaría yo, la tv, leer, escuchar música, unas cuantas clases que doy y una que recibo no cuentan, ¿o sí?, dime Nora que sí, pero… ¿sabes qué? Mejor no, no acepto lástima, prefiero tu mueca desaprobándome por falta de valor.

Leí un artículo de concreto transparente, y mis ojos en este instante vuelven a cerrarse, sueño incrustado (como me dijeron alguna vez), cuando la flojera se aleje podría investigar más del polímero ése, quizá… ¡pero qué preocupación!

Debería probar con clases de repostería, entre fondue de chocolate, pastel de limón y otros nombres exóticos que mi lengua no osa pronunciar, me pregunto si el chef profesor pondría objeción en mi deseo de empolvarme la mitad de la cara con harina de trigo, digamos que a modo de recuerdo, cuando mi hermana de 13 y yo de 3 jugábamos a ser mimos.

Hoy les tuve miedo a mis alumnos, al final les tuve indiferencia marca rábano. Payasicha la niña.

Bienvenido a mi no realidad (y mi no cumpleaños además)


CORTE Y QUEDA

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