domingo, 18 de abril de 2004

Hoy recomendé un té de canela, aquel sabor que pica en la lengua. Es domingo y no hay nada más qué decir. Es hora de la melancolía en sonata, una mujer que en sueños fuma, en sueños lo busca y no lo encuentra, en sueños se niega a esperar, y en vigilia... es la misma, su alterego se ha fundido.

Ahora piensa que el labial rojo lo atrae, intenta incitarlo a adorar el color natural, como ella adora la risa llena de dientes parejos y los labios que abren su perfil. Espera que funcione mientras abre el refrigerador, saca una manzana que corta en trozos y la hierve con azúcar, entre cucharadas come y desea que el muchacho enfermo se mude, sabiendo que el destino es conocido por los dos.

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