En el trabajo
2a semana de trabajo, la oficina semivacía y sin nada qué hacer, estoy aquí de bulto. Después de todo no hay queja, al menos ya pagaron. Viva la desfachatez.
El día de hoy, la oficina luce como figura de unicel sin diamantina, falta el brillito kitsch de la música elegida por los compañeros y el olor a churros (no de los que puedan pensar, cochambrosos) y coca cola, éso sí, no extraño a la fan grupera de la secretaria del ingeniero, aunque Paulina Rubio -la otra opción- no es gran consuelo, y a mí que me da pena traer mis cd's.
Mientras mi mente cantará... ay... tan desafinada la pobre.
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