martes, 2 de septiembre de 2003

Un tssssuiiiinnnnnnnnn de un cortador para losetas a unas 6 recámaras de la mía sacó a flote una imagen: La del mercado allá en mi Guerrero (donde se va por un lucero faltante).
¿Y como por qué? pues el sonido se me hizo muy parecido al de las máquinas cortadoras de carne (un filetito, dos filetitos, un kilo seño...¿algo más?)

Mi abuelo era carnicero. Pero cuando mi sentido de conciencia lo conoció ya no profesaba más.



De cualquier forma las imágenes mentales son otras:

Pollos deshuesados con cabezas colgando del mostrador, amarillitos y con los
ojos de borrego a medio morir (o más bien a completo). Mollejitas, corazoncitos
¿y la bilis? que está de moda pedirla regalada, dizque cura la diabetes...la
sabiduría popular gana a la carrera quemapestañas de un endocrinólogo.

Pescados grises y rojo pálido, cangrejos y camarones, pulpos y hielo molido que
lo cubre todo. No olvido el canal donde escurre el agua producto del calor fundidor
(hielo dependiente de los 0°C).



Cubetas rebosantes de masa blanca o morada, y las

flores de calabaza que se venden al lado. Pero mire

qué bonitos colores, ¿me los regala doñita?


un anaranjado que vaya ad-hoc con el "¡YIA!" de mi

corazón palpitante
, el verde y el púrpura para

contrastar. Fashion.



Claro que están los puestos de verduras, frutas, chiles, semillas, abarroterías, huaracherías, y demás.

Pero esos lugares no me importan en este momento, así que por mí pueden ir a darse una vuelta en la cabeza de alguien más, quedan dispensados.

(aunque el olor del cuero flotó en mi memoria).



Antes de despedirme de mi mercado record-ado saboreo unos panquecitos hechos con harina de arroz (para mayor referencia ir a Iguala...ahora que si se combinan con nieve de textura granulada sabor a chocolate o vainilla mucho mejor...demonios, y yo lejos de esos sabores, ni qué hacerle).

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