El techo no se moverá nunca, pero la vista sigue fija ahí, un pie que se balancea fuera de la cama, y una melodía perdida que lo cubre todo.
*** Señorita aburrida búsquese un trabajo, de mesera en el restaurante hindú,
pescado con mangos y chiles sobre una charola tintineante en sus manos
peligrosas, o si prefiere el cine podrá dedicar horas tras una barra derramando
líquido burbujeante y palomas en vasos caros (sección VIP,
¿pues qué creías chiquilla?, ante todo el glamour) ***
Pero los ojos no responden, los párpados cuelgan de hilos translúcidos, congelando su radio de giro para impedir cubrir las pupilas que chorrean su negrura hacia el techo (rebeldes ante la gravedad), gota a gota su mirada se blanquea, transfiriendo su color a la cáscara de concreto que la envuelve.
Y al compás del tango solitario colgando, señorita acostada con el
rostro pálido como el hueso cuando las notas estridentes del deber
no existen más.
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