Segundo duelo.
Ella me dice:
-Linda arréglate las uñas, están hechas un desastre.
-¿Barniz lila o transparente?.
-El que mejor cubra el mugrero que te cargas, y de paso limpia tus rodillas lodosas... y toda tú. ¡puerca!....¿dónde te metiste?.
-Estuve en el cementerio. Desenterrando bajo la tormenta ...
(...Ojos desaforados, expandidos, grito contenido...)
-¡UN MUERTO!...sacrílega, impostora de dulzuras, loba sangrienta...he-re-je.
-He Re-jodidamente re-tomado lo que mío es. Ignorante de mis razones. Vendedora de rosarios falsos, de hombros sin mancha de mis sales. Limpia de mi y de miS muertoS rescatadoS.
Canto cadavérico
Mis muertos. No todos tienen piel.
Algunos son de luz podrida,
otros de exhalaciones e inhalaciones agusanadas
(aire que se cruzaba en batallas con las luciérnagas revoltosas de mi esternón).
Y entre ellos la piel fría y amoratada que me enviará al infierno (quizá).
Mi él. (él: mío...él: falso para el resto)
Yo soy su señora, que le ordena resucitar y sentarse a mi derecha para siempre.
Sin respuesta...
Habrá que enterrarlo de nuevo. Mi difunto está sordo.
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