Sigo quejándome de mi uña del dedo índice de la mano derecha que tengo levantada (auch), traigo el filito morado y el dedo inutilizado, está entumecido. Ayer me eché sobre la panza leche que hervía con tal de acompañar la rosca de reyes. Pero estoy bien, a pesar de mi bajo umbral de dolor.
Lo peor:
Al salir del trabajo ya no veo al muchacho que me esperaba sentado en las jardineras afuera de la oficina. Definitivamente, hay de dolores a dolores.
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