jueves, 30 de diciembre de 2004

Aunque fue el 28

Tengamos en nuestra casa un muro sobre el que cada tarde caiga el sol, así, de esa forma como sabes que me duele, y escuchemos esa canción que me hace apretar las manos y sufrir por los años que se van. Después dame un beso en la mejilla y quita la envoltura a un chocolate de los chiquitos, rellenos de licor.

Quiero una ventana grande sobre el que la lluvia golpee y la haga vibrar, quiero que en nuestra sala quepa un pino grande en navidad, uno de verdad, y que juntos envolvamos cajas con papeles de colores y grandes moños, como con los que identifiqué esas fechas en mi niñez, quiero nieve, la que siempre faltó e hizo mi vivencia invernal imperfecta.

Busquemos cualquier planta que en octubre vuelva sus hojas naranja, compremos un gato negro de peluche y pongamos un altar, prendamos veladoras y copal. Aprendamos a hacer pan con azúcar. Compremos un sillón grande en donde al sentarnos nos hundamos, abrázame cuando los dos llevemos suéteres.

Tomemos nuestras maletas y vayamos a alguna playa donde podamos caminar sobre la arena en las madrugadas y en los atardeceres, sintamos la brisa con sal.

Escuchemos música todo un día mientras aprendemos a cocinar. Pensemos en risas pequeñas que algún día deberán llegar. Abramos las puertas e invitemos a los que queremos, al cerrarlas añade tus anhelos a los míos.

Esta lista crecerá y pronto se hará realidad.

Feliz postaniversario

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