martes, 25 de noviembre de 2003

Tania es descubierta.

El calor nebuloso de otoño golpea a Tania
lo suficiente para extraer sudor de su frente.
Ella teme el chorreo de un maquillaje
lleno de polvos y un lápiz labial jugoso.

Pocas veces utiliza la envoltura de mujer
con estereotipo de piel descubierta,
era el recurso que faltaba utilizar
en su 23ª petición de trabajo,
hace 30 minutos había añadido el contoneo
y las pestañas voladoras al currículum revisado
en una oficina de créditos hipotecarios.
Salió con la promesa de llamada telefónica acostumbrada
más la rigidez musculosa exigida en la postura de falda
y con la falta de aplausos por la pose sex symbol
que la había hundido en el ridículo
al haber contrariado su esencia.

Esculca su bolso en busca de pañuelos
y siente el peso que un hombre le influye
con ojos de sed, pupilas absorbentes
que reclaman sanar sus glóbulos secos y mates.

Él es flaco de cabello rizado y esponjoso,
su cuerpo carga 19 años,
pero su alma soporta un recorrido mayor.
Tania tiene veintitrés,
para ella la vida ha sido plana y
las pocas dificultades encontradas, ligeras.

Vidas discordes a punto de chocar...

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