Esta es hora de dormir.
Cuando los ojos arden y el alma vaga.
Se acompaña por el ritmo de unas aspas ventiladoras
ansiosas de un frío que en este valle sur llegará vacilando.
Estaciones tímidas y frágiles, aferradas a un eterno sopor.
El insomnio busca compás, unas notas sin silencios,
los monstruos cuestionadores y anhelantes se crean
cuando el exterior calla.
No hay ferocidad ni rabia salvadora.
Sólo piel que aúlla y suda fría.
Es invierno de sal.
Noviembre que envidia celebrar solsticios bajo cero .
Se le pide calma.
¿Y al sueño?
A ése, ni una palabra.
Esta vez no es aliado.
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