domingo, 9 de noviembre de 2003

Sábanas revueltas.


Esta es hora de dormir.
Cuando los ojos arden y el alma vaga.

Se acompaña por el ritmo de unas aspas ventiladoras
ansiosas de un frío que en este valle sur llegará vacilando.

Estaciones tímidas y frágiles, aferradas a un eterno sopor.

El insomnio busca compás, unas notas sin silencios,
los monstruos cuestionadores y anhelantes se crean
cuando el exterior calla.

No hay ferocidad ni rabia salvadora.

Sólo piel que aúlla y suda fría.
Es invierno de sal.

Noviembre que envidia celebrar solsticios bajo cero .
Se le pide calma.

¿Y al sueño?

A ése, ni una palabra.

Esta vez no es aliado.

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