jueves, 9 de octubre de 2003

Él es mi abuelo.


Es. en presente, aunque nunca lo conocí. Aunque nunca me conoció.
Murió cuando mi madre tenía 13 años.
Un coche destrozado en donde el copiloto pierde la vida.
¿Lo peor?...La muerte no fue instantánea.

Existe la teoría de que mi nombre y el de mi madre proviene por su gusto hacia la pintura.
Amaba las artes, y le gustaba inventar.
Tenía unos baños de vapor accionados por la caldera de un ferrocarril.
Era el encargado de diseñar el nacimiento de la iglesia.
Era notario público.
Rivera de Chignahuapan.
Y no cualquier Rivera (en el pueblo hay variantes de ese apellido: buenos y malos).

Alfredo Rivera Chávez.

Murió. Su muerte significó mi nacimiento.
De haber sobrevivido mi madre no se hubiera mudado a Puebla.
Y mi abuela no habría tratado de dar alimento a 8 hijos abriendo una casa de huéspedes.
Mi padre no hubiera entrado en esa casona del centro poblano.
No se hubiera topado con una "chamaca" de 14 años tirada en el piso escribiendo apoyada en su "panza".
No la hubiera tenido que sortear para pasar del vestíbulo a la sala de su nuevo hábitat universitario.
Él, acompañado por 3 de sus "paisanos" estudiantes de medicina, a los que mi madre escupía la comida por la antipatía que les tenía.
Claro que aquellos desplantes nunca fueron dirigidos a aquel joven flaco y de modales perfectos llamado Fidel.
Sin la muerte del padre de María Fridalia, ella y el joven igualteco:
No se hubieran enamorado.
No hubieran paseado de la mano en el zócalo.
No habrían comido chocolates con cereza en el cine, ni compartido capuccinos y biscuits en el café de chinos.
No habrían construido una vida juntos mudándose a una ciudad calurosa donde los mangos crecen en semana santa.
No habrían peleado ante sus familias.
No habrían tenido 5 hijos.

Las historias se entrelazaron, raíces que germinaron mi existencia.

Creo que la vida no quiso juntarnos.
Frida no conoce la voz de ese hombre de ceño fruncido y cejas pobladas.
Frida anhela un abrazo del hombre de botas altas y sombrero, apoyado en una bomba de agua.
Abuelo paterno que llega hacia ella a través de 2 fotografías, una de ellas extraviada.
Imágenes antiguas, gastadas por los años, serenas y mudas en el presente.

A tí abuelo Alfredo te dedico los pensamientos de esta noche.
Una sensación de nostalgia por lo no vivido invade las lágrimas contenidas.
Quisiera creer que puedes escuchar mis pensamientos.
Quisiera creer que estás conmigo y sonríes al verme.
Quisiera poder expresar mis sentimientos hacia a tí con palabras inteligentes...
pero no lo logro.
Ojalá pudiera ser un poco como tú.

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