lunes, 4 de diciembre de 2006

Tres facturas perdidas es el saldo de una memoria que se cansa de luchar, los detalles se esfuman y el error tras error, tras error, tras error ad infinitum se mezclan en el pánico de ser botada de la empresa de 3 letras. Hay esperancita, pequeña pero fuerte, o eso quiero creer.

Ni siquiera puedo recordar cuando firme de recibido esos papeluchos, aunque no es la causa del posible despido, quizá ni siquiera importe (quizá, quizá, quizá con la imagen de Gael vestido de mujer, no lo puedo evitar).

Puedo decir: Ya no es problema mío, comprueben que es mi culpa, a ver, a ver, yo las entregué,
ellos me dirán: no es cierto,
yo responderé: ah que sí.

Montarse en su macho, le dicen.

Qué soez, qué ingenieril. Ya me lo decía mi director, nunca confíes en aquellos que ensucian sus zapatos. Ja, no es verdad, a mí me da igual, ingeniero, arquitecto, todos somos la misma porquería o el mismo pedazo de bendición, es cuestión de enfoque y de envase humanoide, eso que ni qué.

Hoy no me puedo concentrar. Necesito generar, generar y generar.

¿Ves la crucecita a tu izquierda? ¿la de arriba?, esa misma tengo que apretar...Ahora.

Bueno, 5 minutitos y ya. Lo prometo.

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