Ayer pensaba en una silla nueva, que junto a la ventana me diera una nueva imagen, postal de hostal triste.
Tenía ganas de consumismo sentimental, un libro de éstos un disco de aquellos, que complementen mi biblioteca de soledad, ahí cuando el encierro es voluntario y la compañía se rechaza para evadirse de la realidad, encender un cigarro y con un poco de aventura unos copos de copal, ponerse en pose y esperar que la inspiración de ser supremo toque la piel.
Después recordé que mis 17 años pasaron hace mucho tiempo ya. Es hora de ponerse a ganar la pasta, para comprar tan sólo un pedazo de pan.
Hoy desperté y las cenizas dispersas bajo mi cama me hicieron ver que cualquier tipo de sentimiento aún está hecho para mí.
Al leerte me has recordado a mi hermana: se reusa a salir a algún lado. Le he dicho que tiene que dejar de pensar en lo que piense la gente, que quien importa es ella. También le dije que luche por lo que quiere y que vuelva a ser la misma de antes: siempre alegre, la soledad solo ayuda siempre y cuando se aprenda de ella y no le demos albergue más de lo debido. Solo hay que sonreirle y dejar que se vaya.
ResponderEliminar¿Así que los sentimientos aún? Sí, todavía sirven, todavía sirven. Gracias por la visita y por el link acá. Sigo viniendo, mucha cosa bonita me encuentro.
ResponderEliminar¿Mmmm hace mucho que pasaron los 17?
ResponderEliminar¿Para que le sirven los sentimientos? ojala que para bien.
Las unicas escapadas que me he dado ultimamente son para ver que escribes, me declaro desolado, cada 5 minutos que entro y aun no estas de nuevo.