Es como si la chispa se hubiera apagado.
Deja de hablar con frases tan trilladas. Creyó escuchar.
Pero, es verdad.
La vela se apagaba en sus manos y la cera se derretía tan rápidamente que no pudo evitar ser cubierta.
Una estatua inmóvil con los ojos vigilantes, temerosos y a la vez acusadores.
No importa que sea un cliché, lo perseguía en sueños para hacerle sentir la culpa.
Podría liberarla, sería tan fácil deshacer la cera raspándola con las uñas.
Si tan solo la quisiera, pero nunca la quizo, o tal vez la quiso lo suficiente para dejarla morir.
Así, cubierta, como manzana de caramelo, otra analogía tan cursi que sumada a los hechos sólo servía para honrarla.
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