Tiene brillo en las manos.
Estrellas pulverizadas.
No es romántico ni metafórico, las estrellas son tan tangibles como que eran adornos del árbol navideño.
La hora de desempolvar para los preparativos tan adelantados no fue la adecuada, ¿cierto?.
No debe combinar los días de infinita melancolía con el manejo de objetos frágiles (qué palabra). La melancolía, la suya, es despistada, arrebatada y algo fortachona, intolerables dedos que hacen trizas el delicado vidrio.
Ha roto el regalo de la tía ancian.
Un millón de suspiros serán ahora los que cuelguen de las ramas, o no, el supermercado ofrece ofertas generosas a las impacientes como ella. Podría aprovechar.
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