sábado, 6 de febrero de 2010

Cae la noche & play

Cae la noche es un inicio tan trillado que la alegría de lograrlo provocará el final más feliz de los últimos días, sin ser tan catastróficos como los creyentes, aquellos que creen saberlo todo, como si fuera un gran logro averiguar que estamos por llevarnos al traste todo. Al traste, o fregarnos nosotros mismos, jodernos pues, es la pena de jamás decir groserías en voz alta, se piensan y se sienten, se guardan y ahí mueren.



La noche cayó, la música subió de volumen y aunque no hay con quien compartirla es hora de invitar los refrescos, sería vino si mi gusto fuese más refinado, pero falta tanto por viajar y tanto por vivir que me quedo catalogada con los simples de este país consumidor principal de agua carbonatada, como referencia a aquel viejo libro de Rius. Aquel que no leyó a Rius en su adolescencia se ha saltado un paso: el de la rebeldía, aunque haya sido de clóset con la playera del Ché guardada y el libro de marxismo que nunca se leyó.

Llegará la hora de dormir y el insomnio provocado sorprenderá.

2 comentarios:

  1. un adolescente sin rebeldía no es adolescente. aunque sea rebeldía de clóset :D y de repente hay que decir alguna chingadera aunque sea en voz bajita o en soledad!

    y hay que viajar... a huevo!

    ahi disculpe oiga

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  2. Estábamos al borde del abismo y hoy hemos dado un paso adelante.

    La rebeldía hoy casi nadie la conoce. Mi generación es casi completamente conformista. Los #boomers, que tienen el control de todo, no tienen contra quién revelarse. Podría escribir muchos párrafos sobre cómo los #boomers han arruinado el mundo y por qué es necesario retirarlos y tomar el control. Pero no lo haré.

    Sobre el marxismo, nunca me agradó. Cuando era adolescente mis maestros eran poco más viejitos que los #boomers. Aunque no habían estado ahí, simpatizaban con el movimiento del 68, un par de ellos habían estudiado en la Unión Soviética, y tenía una maestra hippie. Ella era en quien podíamos confiar que nunca nos reprobaría, quien nos hacía cerrar los libros y abrir los ojos, quien pensaba que los exámenes eran sólo un trámite y quien nos hablaba de cosas que no venían en el programa o en el libro de texto.

    El asunto es que ellos creían en el marxismo, y eso era suficiente para que yo estuviera en contra, como buen adolescente. Como tampoco podía creer en el capitalismo, entonces decidí ser anarquista.

    Aunque mi anarquismo se vino abajo en el 2000 cuando voté. Por mucho tiempo me pregunté ¿Por qué diablos voté? Cuando respondí esa pregunta, la respuesta no me gustó.

    El Che me parece tan sobrevalorado como fumar hierba. En lugar del Capital, tomé como ejemplo 'El misterio del capital' de Hernando de Soto. Entonces pensé que era capitalista. Más tarde descubrí que lo que en el siglo XX se llamaba capitalismo ahora se llama socialismo. Y que lo que en el siglo XXI se conoce como capitalismo, también le dicen Disaster capitalism

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