domingo, 13 de agosto de 2006
Las cortinas inflándose y los ventanales de luz amarilla vuelven, los ojos que arden y las noches perdidas en cualquier lectura se mezclan con el intento de sintonizar un canal más en la diminuta televisión blanco y negro. Existen deseos de volver a hablarle. Me detengo porque no sé para qué. Sólo porque me siento sola. No vale la excusa. Cuántos ceros tienen sus cuentas de banco, cuántos lugares visitan los fines de semana, cómo es su look (look me suena a palabra escrita en estética pobre y antigua) y cuánta lluvia o frío pueden disfrutar. Eso se llama envidia. La película que todos recomiendan poniendo cara triste y un sonoro awww sigue sin ser estrenada en el único cine, tal vez nunca pasará por acá. En domingo presente repito la historia de ser mal tercio, en ese papel soy la mejor. Llueve 5, 6, 7 minutos. Dejó de llover.
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