Hoy llueve en el desierto.
No es la primera vez desde los días en que vivo acá, pero si el primero en que extraño la ciudad de los ángeles y las comparo.
Acá hay mejores oportunidades de trabajo, mejor sueldo, y la cercanía de él.
También está la lejanía de la familia y de las cosas cursis que me hacen llorar, como la comida de ayer que por tan sólo saber completamente distinta a la que hace mi mamá me sacó lágrimas al más puro estilo Chihiro mientras come pan.
Parece que no he crecido y no sé si quiero hacerlo.
Por qué es hasta ahora que aprecio las decenas de cafés, las iglesias, los muros piedra y las decenas de pueblos que tan cerca me quedaban.
Quizá cuando sea hora de irme de acá apreciaré la frontera y lo que la sierra cercana me ofrece.
O tal vez, esta vez (repetir, repetir) sepa aprovechar lo que hay a mi alrededor.
¿Lo cursi hace llorar? Sólo que sea de risa. Recientemente escuché a alguien decir que el sentimiento es lo real, y el sentimentalismo lo ficticio; además, para que algo propio pueda juzgarse cursi se necesitan por lo menos dos personas, y una de ellas no debe estar enamorada... Yo digo
ResponderEliminarPos mucha suerte en lo que elijas...
ResponderEliminary pues, deseo genuinamente que te diviertas después de todo. Anímate.