martes, 13 de septiembre de 2005

Este post fue escrito con hambre.

Me gusta el mar en la madrugada y en el atardecer. No conozco el bosque ni la selva. Tan sólo unos árboles altos y de frío que flanquean la carretera a mi viejo lugar de residencia. Quise conocer la sabana cuando vi "El rey Leon".

Cerca de mi tierra hay un pueblo que se llama Sabana Grande. Cuando era niña semiadolescente había en la carretera que iba a esa población un restaurante llamado "Stop, una parada en el camino" de comida rápida: hamburguesas, hot-dogs, flautas; era nuestro pedazo de "modernidad", tomando en cuenta que soy del sur y que el primer supermercado fue construido hace cuatro años podría entenderse que viajáramos en coche 30 minutos (una barbaridad para estos lares) hasta allá por un simple antojo de papas fritas sobre mesas tubulares y de colores.

Años anteriores íbamos a un lugar más pequeño del cual no recuerdo mucho, pero no olvido las enchiladas suizas y la música de trío como fondo, no sé si los muros de ladrillo son ciertos o si son añadidos de mi falsa memoria.


El punto es que no hay punto. O quizá sí, la ciudad de la frontera a la que iré la semana que viene me gusta en el ocaso, porque no hay nontañas alrededor como en el valle en el que vivo y el cielo amplio me hace escuchar el viento más veces al día (ese sonido que hace cuando la ráfaga llena el oído)aunque sigo sin ver los colores que hay en él *Pocahontas Disney dixit*.

No es por éso que estoy dispuesta a cruzar el país, pero vamos, estas alitas sí que me hacen volar, jo jo.

2 comentarios:

  1. Mmmm yo, de tu ciudad recuerdo, cuando era niña ibamos al Machi toda la familia, era una verdadera fiesta!!! Salu2 ojala tu semana sea excelente!

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